El Costo de un guiso
- MM EDITORES
- 12 nov 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 21 mar 2019
Hoy hablé con uno de mis discípulos, y tenía muchas dudas sobre seguir en los caminos del Señor, claramente exponía su descontento con la complejidad de "ser cristiano";

me explicaba que la gente se burlaba de él, que su familia no lo apoyaba y hasta se iban en contra de todo lo que hacía para Dios, su corazón agotado de luchar, tenía miedo, miedo a la Soledad, al abandono, realmente todo eso no me era novedoso, creo que a lo largo de mis años he escuchado eso decenas de veces; normalmente siempre tenía una respuesta para eso, pero quería que indagará este joven y encontrara su propia respuesta, no quería que creyera que lo obligaba, porque no es con espada ni con ejército menciona la Biblia, tampoco quería decirle que se arrepienta y hacerlo sentir aún peor, porque su duda la han presentado niños y adultos también; comencé a relatarle una historia, por un momento solo escucho, mi relato el cual empecé con una pregunta.
¿Qué darías a cambio de un guiso de lentejas?
Realmente suena gracioso, yo daría dos dólares, pero alguien debió dar más; dos hermanos uno llamado Jacob, otro Esaú, Jacob podría describirse como el chef del antiguo testamento, tan apetecido su plato que después pagarían herencias por degustarlos, Esaú sería el cazador más reconocido y eficiente; Esaú después de un día agotador bajo el ardiente sol, horas y horas de trabajo hicieron que tenga hambre, al llegar a casa el aroma lo cautivó, un guiso de lentejas hizo que su estómago y su pensamiento deseen ese plato; Jacob lo había reparado y decidió que le daría de ese guiso bajo una condición, el hambre de Esaú hizo que le dijera que sí a su pedido, las emociones de Esaú lo desviaron del camino, el dio su primogenitura, a la final que es la primogenitura para el mejor cazador, siendo tan solo un par de jóvenes; pasaron los años y era tiempo al fin de cobrar lo que se ganó en ese guiso, y Jacob recibió la bendición de la primogenitura que era la herencia de su padre Isaac, al llegar Esaú se sintió estafado, humillado, engañado.
A veces nos enfrascados tanto en el ahora, en que estoy pasando, el no puedo, en el me dejarán, nos debatimos en cosas que no siempre son tan vanas, imagínense Esaú tenia hambre, pero, ¿realmente lo valía?
Es cierto en ese momento se ven más importantes: la aprobación, que ahí sea todo color de rosa, y que llegar al cielo sea como un plácido viaje en carruaje, pero la Biblia menciona que el reino de los cielos se hace fuerte y solamente los valientes lo arrebatan, duele que nos ignoren, y que nos menosprecian, duele quedarnos solos, pero no es más importante poder sentir la presencia de Dios, que él nos de paz en medio de la tormenta y si es posible aprendamos a bailar bajo ella, normalmente descuidamos lo que realmente es importantes, estamos en la construcción del Señor y olvidamos al señor de la obra.
El joven me preguntó: ¿Quieres decir que no debo desperdiciar mi fe y mi amor a Dios por algo vano y momentáneo que también pasará?
La verdad yo quiero que entiendas que aún en esto que pasas Dios está contigo él lo dijo en Isaías 41:10 "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia."
Ahora te digo a ti, no temas decirle a Dios como te sientes, el te ayudará, su palabra tiene la receta específica para tu quejar, y su amor el detalle perfecto para darte lo que necesitas en tu tiempo de duda, mientras más dudas tengas más acércate a él, pues el siempre estará contigo y te ayudará hasta el final, solo no te rindas.
Y no vendas tu primogenitura por un guiso de lentejas.
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